Comportamiento social en Montessori: derribando el mito del individualismo

Hace un tiempo, un papá me contó que había muchas cosas de Montessori que le gustaban, pero que lo había descartado como alternativa para la educación de sus hijas porque encontraba que era una metodología demasiado individualista.

Existe un prejuicio al creer que en Montessori los niños viven en un mundo individualista por el hecho de tener libertad de elegir en qué y cuánto trabajar; por no trabajar en lo mismo al mismo tiempo y por no tener una homogeneidad de aprendizaje. Conversando, esta persona me dijo que pensaba que la heterogeneidad de intereses, responsabilidades y deberes atentaba contra el grupo; que el hecho de no tener tareas y evaluaciones comunes alienaba a los niños, los hacía perderse de la experiencia colectiva.

En el capítulo de desarrollo social de su libro La Mente Absorbente del Niño, María Montessori dice: “Los educadores que utilizan el método de enseñanza directo no comprenden cómo puede desarrollarse el comportamiento social en una escuela Montessori donde, según creen, se preparan las materias preescolares, pero no la vida social. Dicen: `si los niños solos lo hacen todo, ¿dónde está la vida social?´. Pero ¿qué es la vida social sino resolver problemas, comportarse bien y proyectar planes aceptables para todos? Piensan que la vida social consiste en estar sentados uno junto al otro y escuchar a alguien que habla, pero esto no es vida social”.

Estar todos sentados mirando hacia delante, realizando la misma actividad al mismo tiempo y supuestamente aprendiendo lo mismo, dista de constituir un grupo socialmente cohesionado. ¿Qué aporta más al sentimiento de comunidad y al desarrollo de las habilidades sociales: tener que entregar todos la misma tarea de la misma materia el mismo día, o preparar en grupo una colación para compartir con los demás? ¿Que todos estén estudiando la misma materia para una prueba o que un niño con más experiencia esté ayudando a uno más chico? ¿Qué estén todos escuchando la misma lección, o que entre ellos organicen un trabajo y presentación grupal?

“Las únicas oportunidades de vida social que tienen los niños en las escuelas comunes son los recreos o las escasas excursiones, mientras que los niños de nuestras escuelas siempre viven en una comunidad trabajadora”, afirma la Dra. Montessori en La Mente Absorbente del Niño.

Angeline Stoll Lillard es doctora en psicología de Stanford, profesora de la Universidad de Virginia donde dirige el Laboratorio de Desarrollo Temprano, especialista en educación Montessori y autora del libro “Montessori: the science behind the genius”, donde explica los principios de la metodología apoyándose en investigaciones psicológicas y pedagógicas. En el capítulo “Learning from peers” (Aprendiendo de los pares), expone que en las clases de los colegios tradicionales los niños suelen interactuar solamente con sus profesores, por lo que el aprendizaje se hace típicamente de forma solitaria. A pesar de que cada curso está trabajando en lo mismo al unísono, los niños raramente interactúan entre sí. En cambio, el aspecto social es parte de la estructura de Montessori: los niños son libres de trabajar en grupos, y habitualmente lo hacen, especialmente al ir creciendo y desarrollando su instinto social. La mayoría de las veces, los niños de preescolar trabajan solos por decisión propia, y ya en educación básica interactúan intensamente en pequeños grupos formados por ellos mismos. En otras oportunidades, un grupito trabaja junto en una lección dada por la guía.

Más adelante en el mismo capítulo habla de cómo los niños aprenden a comportarse en ambientes sociales al observar cómo los demás actúan en un situaciones naturales y no rígidas y pauteadas. “En las salas de clases tradicionales los niños aprenden a sentarse quietos y escuchar a la profesora, mientras que en Montessori pueden aprender a interactuar entre ellos. Los mayores sirven de ejemplo para los menores”, concluyendo con una cita de María Montessori, de La Mente Absorbente del Niño: “El niño indisciplinado entra a la disciplina al trabajar en compañía de otros, no porque le digan que es mal portado”.

Un salón Montessori es una verdadera sociedad en escala pequeña. Hay líderes, seguidores, consenso, trabajo en equipo, conflictos, celebraciones, orden y desorden. Hay contemplación, trabajo, ayuda mutua, frustración, alegría, comprensión y descubrimiento. Niños chicos, medianos y grandes, hay diferencia y con ella, riqueza. Y en vez de competitividad, se busca cooperación y respeto. La educación Montessori no es individualista. Es personalizada en el sentido de que cada niño crea su camino según sus intereses y capacidades, con la diligente asistencia de sus guías que con esmero y precisión han preparado un ambiente óptimo.

 

 

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